Hace pocos días se cumplió un nuevo aniversario de la obtención de mi título de grado. Para el evento de celebración que organizaron mis padres, recibí como obsequio el best-seller internacional de Marie Kondo "La magia del orden".
De acuerdo a su definición, para que exista el orden debe existir un criterio o una norma: mi biblioteca está ordenada por tema, y dentro de cada tema por orden alfabético del autor. Otros ordenan la biblioteca por el color del lomo, por tamaño, por título. Cada uno con un criterio distinto.
La falta de un criterio, sea cual fuere, es el desorden.
En los más de diez años que trabajé en la PyME Familiar, tenía distintas pilas sobre mi escritorio: algunas agrupaban diferentes proyectos en los que estaba trabajando, pero una pila era la de las urgencias, las prioridades. Podría parecer que esa pila estaba "desordenada", pero yo conocía el motivo que reunía esos papeles uno encima del otro.
Acordar es establecer criterios comunes
En las PyMEs familiares, de múltiples socios y, también, en las de un único dueño, a veces nos encontramos frente a algún "desorden". En la mayor parte de las oportunidades no hay mala fe, pero sí, mala comunicación. La falta de acuerdos previos y dejar decisiones a juicio de cada integrante de la empresa puede suscitar algunas discusiones. Por ejemplo:
La nafta ¿la paga el bolsillo propio o lo paga la empresa?
¿Me puedo llevar una resma de hojas a casa porque mi hijo tiene que imprimir un trabajo práctico?
La empresa paga la prepaga de algunos/todos los hijos del dueño y sus familias, ¿importa si trabajan o no en la empresa?
Escuchar todos los puntos de vista y alcanzar un acuerdo puede evitar problemas futuros.
En las empresas de un único dueño hay que acordar con uno mismo, pero siempre es importante ordenar el dinero y separar los bolsillos: un bolsillo es la CASA y otro bolsillo la EMPRESA.
¿La casa está en orden?
Retomo lo que dije anteriormente: es muy importante separar los bolsillos.
Hay cientos de casos de empresas pobres con familias ricas, y otros cientos de empresas ricas con familias pobres.
La empresa es una persona distinta que el empresario, que tienen muchos intereses comunes, pero no siempre. A veces la empresa "le pide" al dueño una inversión que este no puede afrontar y así el patrimonio familiar puede quedar expuesto.
En la vida empresarial existen situaciones que pueden llevarnos a tomar decisiones drásticas porque se pone en riesgo la propia existencia de nuestra organización. Ahora mismo, es posible que tu empresa esté atravesando una de estas situaciones.
¡Prestá atención! Registrá lo que la empresa le esta prestando a la familia, o lo que la familia la está prestando a la empresa. Si es una empresa de familia o de múltiples socios: más atentos todavía.
No servirá de nada salvar la empresa si generará un conflicto futuro que la ponga en riesgo más adelante.
Priorizar también es ordenar
En las PyMEs hay cosas que son URGENTES y otras que son IMPORTANTES. Puede ser que en este momento las primeras ocupen la mayor parte de tu tiempo.
Pero debemos destinar un espacio a pensar en lo verdaderamente importante, porque eso es lo que permitirá la continuidad de la empresa y su vigencia en el tiempo.
Por eso empecé hablando de la organización económico-financiera, pero el orden en tu empresa va más allá de registrar los ingresos y salidas de dinero.
Hay que ordenar a los clientes y a los proveedores, las estrategias comerciales, las funciones de nuestros equipos, entre otros.
La profesionalización, de la que hable en el artículo anterior, permite (en tiempos normales) delegar responsabilidades y despejar tu agenda para atender esas cuestiones.
Estamos viviendo momentos únicos, pero siempre es una buena oportunidad para detenerse y evaluar lo que somos y lo que estamos haciendo para preguntarnos: ¿lo estamos haciendo como imaginamos? ¿somos aquello que queremos ser?
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